domingo, 11 de septiembre de 2011

Llegó la hora de ser valientes

A nadie se le escapa que la coyuntura política y social está complicándose demasiado y no solamente en nuestro Universo más cercano. No es momento de veleidades, ni de brindis al sol, ni tampoco valen los discursos llenos de palabras. Cuando llega la tormenta, solo queda ser valientes fijando posiciones claras y contundentes, sin resquicios a la duda ni a la doble interpretación. Es momento de escuchar, darse cuenta que ser político es mucho más que una profesión, es una obligación con y para los ciudadanos. Nosotros los votamos y les pagamos con nuestros impuestos. Por lo tanto, tenemos derecho a ser como mínimo escuchados, aunque tampoco se me escapa que los verdaderos ciudadanos también tenemos nuestras obligaciones por y para la sociedad. Esa valentía se ha de reflejar en varios campos de una vez por todas, aunque debería decir que no tengo muchas esperanzas. La educación es fundamental para el sano crecimiento y desarrollo de una sociedad, para que los habitantes de la misma no se queden simplemente en eso, sino que se conviertan en ciudadanos responsables y comprometidos. Siempre he defendido la enseñanza pública, su potencialidad y la necesidad de un fuerte apoyo a la misma. No entiendo la existencia de regímenes híbridos, como es el caso de los colegios concertados. Vista la situación en la que estamos ,extraño que al menos un solo partido político defendiera simplemente la existencia de dos tipos de modelos educativos, el público y el privado, sin situaciones intermedias. Obviamente, y visto lo visto, ya he desistido, porque algunos de los que defienden de palabra la enseñanza pública mandan a sus hijos a la concertada. La coherencia y la valentía parece que no están de moda, pero para mi forma de ver la vida son fundamentales e imprescindibles. Con la cultura nos pasa más de lo mismo, no hemos sido capaces de tomarnos en serio la importancia de la misma, tanto para educar en libertad y abrir la mente, como para ofrecer un sector laboral realmente importante en este país. La cultura mueve muchos puestos de trabajo directos e indirectos, pero nosotros mismos no nos lo creemos y la consideramos un bien superfluo: Por eso le hacemos determinados guiños, todos ellos infructuosos y sin muchos resultados efectivos Seamos valientes de una vez por todas y pensemos lo que queremos. Pongamos encima de la mesa las cartas que queremos jugar, porque los ciudadanos nos merecen verdades directas y nada de cantos de sirena. El oscurantismo y la endogamia ha quedado sobradamente demostrado que no dan resultado, los ciudadanos queremos opinar, formar parte de la sociedad y por lo menos ser escuchados pero no solo cada vez que hay que acudir a las urnas. Los viejos modelos se caen y a poco que fuéramos observadores nos habríamos dado cuenta. Símbolos hay muchos, quizás el muro de Berlín es uno de ellos. Es hora de observar, analizar con calma, escuchar y volver a construir contando con una base fuerte no meramente simbólica, observando, cambiando las caras y las situaciones. Es hora de olvidar las palmeras que dan calor y bajar al frio invierno, solo desde esa posición se puede salir de nuevo a flote y fortalecido. En estos momentos, si queremos surgir fuertes a modo de Ave Fénix, solo veo una opción posible, ser valientes y por tanto autocríticos haciendo lo que deberíamos haber hecho hace mucho tiempo, sin pensar que rédito en votos nos dan esas decisiones. Dejémonos de demonizar a los que llevan tiempo anunciando verdades y situaciones que tristemente son actuales, a los que han demostrado sobradamente que tienen ideas y razones, a los que son críticos esgrimiendo verdades como puños. Insisto es momento de olvidarse de las palmeras, llega el otoño y deberíamos acercarnos al frio más intenso, Vamos a comenzar a construir desde la base eliminando los errores pasados y solo así podremos volver fuertes.

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